viernes, 29 de octubre de 2010

Vestigios del censo

Fui censista. Y concluí que la gente grande también consume danette, que estar sonriendo 9 horas seguidas produce dolor de pómulos y que si te ponés a hablar con una jubilada que juega al ajedrez estás condenado a que te muestre sus 18 millones de trofeos.
Además, entendí que los chinos se creen seres invisibles, que si un hombre tiene 20 jaulas con pájaros en el pasillo de su casa no tenés que mostrarte sorprendido y que una goma cualquiera sirve para borrar al super lápiz mega mágico del gobierno.

Me tomé un café con leche, en la casa de Osvaldo, un viejito de 80 años que era químico nuclear. Nos quedamos imaginando qué hubiera pasado si llovía ese día, y entre bota de lluvia que viene y dulce de durazno que va, se me fue media hora del día. Cuando salí me saludó con un beso y se ganó el aplauso de todos los jubilados del barrio “eee campeón, que bien”, le gritaban.

Interesante experiencia para conocer gente desconocida.

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