viernes, 20 de mayo de 2011

Consejos de una dama a otra dama

Si sos atorrante, perejil, banana, manipulador, celoso, borracho inconsciente, si tenés bigotes, barba, si te juntas los martes a jugar al Póker, si te copa tomar fernet por un embudo, si sos infiel, garca, mal amante y pésimo en la cama....NO leas esto.
Las siguientes palabras no las escribí yo, sino mi queridisma amiga P.G. Colega, compañera de fútbol femenino, siempre lista para dar una mano. Estaba enojada y recurrió a la catarsis más simple, más loca linda, más sentimental y profunda: la escritura.
He aquí, su texto. Lo recomiendo.


"No hay dudas, las mujeres no somos de manual. La vida no nos pone obstáculos desde que nacemos porque si. Nos llevamos natural con el esfuerzo extra porque somos imbatibles.
Ya en la pubertad, nos crece todo por todas partes. Después tenemos que soportar los dolores “allá abajo” y, para rematarla, nos salen seres humanos del mismo lugar. Desde que usamos dos colitas nos dicen que nuestro sexo “todo lo puede”. Claro, es común ver a una mujer que es una super profesional, tiene tres hijos a los cuales no les falta nada y además es una diosa del Olimpo con su marido. Pero lo que tenemos de independientes, autosuficientes, bellas y magníficas, se termina derrumbando en un solo segundo. En ese ínfimo momento en que sacrificamos nuestra perfección por un perejil.
Si, el perejil en esta “charla” es un hombre. Si siempre solucionamos nuestros problemas solas y tenemos la capacidad de hacer dos millones de cosas a la vez, por qué cuando no nos llama caemos en la trampa y nos convertimos en arrastradas y locas de manicomio. Creo, sin lugar a dudas, que las mujeres venimos con un duende maldito que nos mete con un saca corcho pensamientos masoquistas en el cerebelo. No hay otra. Si no seríamos mucho más relajadas y no sufriríamos ante la indiferencia descarada de un flaco.
Propongo que nos operemos. Que saquemos al duende maldito de adentro. Ya sé que es difícil, no hay que pensar y somos demasiado inteligentes y calculadoras para no hacerlo. Pero hay que lograrlo. En pocas palabras, imitar la actitud del perejil. Ese que nunca se dio cuenta que nos envenena que no nos llamen. O que se piensa que es mejor no hacerlo para hacerse desear. Ya sé, nada sencillo. Pero, los hombres son de manual. Básicos como ellos solos. Copiémoslos un poco.
Jacinta, ¿mi conclusión? “Hay que enamorarse del amor y no del hombre”. Lo leí hace poco y me pareció brillante. El amor es necesario. Los hombres de manual, no".

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