Lamentablemente hoy fui atacada por una paloma.La muy paqueta volaba cual dueña del cielo y tuvo el tupé de rozar mi nariz. Di un salto, me rasqué las fosas nasales y hasta casi pido un baño en una farmacia para darle un chapuzón a mi tabique. Acto seguido, descubrí una manera de entretenerme en el tren sumamente recomendable. Atención chicas. La consigna del juego es poner incómodo a los hombres. En un abrir y cerrar de ojos se van a dar cuenta que llegaron a Retiro y que este método de entretenimiento es casi tan bueno como comerse una barra de chocolate rellena de frambuesa. No, no es para tanto, pero vale la pena.
Primer paso, elegir a la presa. Si es un hombre que roza tu edad, mejor aún. Segundo paso, mirarlo fijo, fijo, fijo... y jamás quitarle la mirada. Resultado: te va a hacer una sonrisa, después el va a pasar a un estado de cachetes rojos y mordida de labio, luego va a haber intercambio de miradas, donde el mundo se paraliza por un segundo, hasta que, como es esperable, el señor miedo le toca el pechito y baja la cabeza. Pruebenlo, es un círculo vicioso. En algún punto de ese intercambio, el hombre va a notar que lo estás incomodando y va a maldecir a Eva, a la Venus de Boticcelli, a Mirtha Legrand, a Sabrina la bruja adolescente y a toda la especia femenina, porque hay una mujer, UNA MUJER, en el tren del ramal Mitre-Suarez que lo mira sin pestañar y hace que sus dedos se enrosquen sin sentido. Ganar el juego les va a dar un regocijo por dentro y un poder que no van a parar hasta buscar a otra presa con quien divertirse durante el viaje. Gracias muchacho por entetener mi camino y caer bajo el poder hipnótico de mi incomodísima mirada.
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